El género engloba más de 150 especies de palmeras, la mayor parte nativas de África oriental, Madagascar y las islas Mascareñas. Su característica más definitoria es la forma en la que crecen sus hojas, en tres caras, dándole al tronco apariencia triangular.

En su hábitat natural, la selva lluviosa de Madagascar, donde apenas apenas queda un millar de especímenes, llega hasta los 15 metros, pero rara vez se pueden ver ejemplares de más de 5-6 metros en uso ornamental. El epíteto decaryi de esta palmera se puso en homenaje al primer recolector de esta especie, el francés Raymond Decary. Más allá de mero recolector, este antropólogo y naturalista parece que era consciente de que la acción humana sobre el medio ambiente debía ser respetuosa con el mismo, cuando afirmaba: soy un coleccionista, pero pronto me di cuenta, una vez en Madagascar, que la colección debe ser un medio y no un fin solo. Una forma de hacer avanzar la ciencia y el conocimiento. Palabras que bien podría haber dicho ese Alexander Von Humboldt que visitó Canarias en 1799, uno de los primeros ambientólogos en advertir que la acción humana en todo el planeta podía repercutir en las generaciones futuras.