“Soy, soy, soy, somos…” seres que viven en comunidad y cuyas vidas giran en torno a las agujas del reloj, al día y a la noche, creando una amalgama de sonidos, conscientes e inconscientes, que nos acompañan en nuestro devenir diario. ¿Se puede crear desde el caos algo bello? ¿Es posible encontrar en sonidos cotidianos una pieza musical? ¿Podemos destilar lo cotidiano para crear una obra única que hable de pájaros, de personas, de plantas y de la diversidad y la riqueza cultural de un barrio?
Encontrar la respuesta a todos estos interrogantes que nos planteábamos en Jardines en el aire ha sido “todo un reto” que le propuso Carlos Cansino, director de Proyecto eLe, a la compositora Desirée Martín, encargada de recolectar los sonidos y memorias de Tres Barrios-Amate y ordenarlas en una partitura. ‘Sinergias’ es una “obra que intenta ser una estampa el barrio, destilando todos los elementos sonoros” que se han trabajado durante los talleres de cartografía sonora de Antropoloops, de creación de instrumentos de Vibra-tó y de ornitología de Seo Birdlife y Amigos del Parque Amate. “Igual que con las distintas especies de plantas se ha destilado un perfume, hemos querido hacer lo mismo con la obra, y hemos conseguido un mosaico de la vida en el barrio, pero también, un ritual para dar la bienvenida al solsticio de invierno”
Y, como en los dos momentos del día en que se articulan nuestra vida diaria, el día y la noche, se ha dividido la obra en dos partes. La primera “es una estampa sonora de lo que es el barrio de día, a la luz del sol, con los quehaceres diarios de un lugar vivo y el agua, el aire, las plantas, los pájaros… Después, el segundo acto hace referencia al atardecer, a la llegada de la noche, cuando dejamos de convivir en comunidad y cada ser del barrio busca el calor del hogar”.
Es la traslación de la cotidianidad al arte. Y Desirée ha creado una obra artística “buscando a cada sonido su sitio, porque todo tiene belleza, hasta una gota de agua. Solo hay que extraerla de ese contexto y llevarla a tu terreno”. Con exquisita sensibilidad, ha sabido destilar los relatos y las grabaciones que hicieron Antropoloops con los y las jóvenes de la Asociación Candelaria y extraer de sus textos “los matices emocionales” de las ingenuas miradas de sus protagonistas, a veces naïf, en sus historias.
Los sonidos de los instrumentos que Vibra-tó propuso construir a partir de materiales de desecho, y con los que interpretaron varias piezas en la muestra final, también se identifican en la pieza, en la que resuenan piar de pájaros que habitan en la zona. Vecinos invisibles que Leonardo Casaola y Sergio Castañeda ubicaron en el mapa urbano del barrio durante su taller y que desde entonces, están presentes y más vivos. Toda esta conjunción de elementos, que han ido generándose de manera viva, han ido condicionando el devenir de un proceso creativo orgánico. Cuenta Desirée que “trabajar compartiendo me ha aportado entender el proceso creativo no como algo matemático, que sigue una serie de pasos, sino como algo que está continuamente cambiando. Nos planteamos en julio una obra de una manera que ha ido fluyendo y ha ido encontrando su propio camino” y de la que Desriée destaca su trabajo coral “yo pongo mi grano de arena, pero todos hemos aportado”.