A primera hora de la tarde del sábado se inició la tercera mesa de 'Paisajes circulares' dedicada al papel de las instituciones con las que se opera en el territorio para intentar alcanzar esos paisajes ejemplares a los que alude Julia Watson en Lo-Tek. Alrededor de esta mesa de diálogo se sentaron Luz Fernández-Valderrama, que facilitó la conversación, Pablo Sendra y Gorka Rodríguez.
Hablar de las instituciones es difícil porque todos estamos implicados en ellas, como señaló Luz Fernández-Valderrama, profesora e investigadora de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla, antes de presentar a sus compañeros de mesa.
En primer lugar, se refirió a Pablo Sendra, antiguo alumno suyo, arquitecto, cofundador del estudio de diseño urbano Lugadero, profesor de planeamiento urbano en la Bartlett School de Londres, investigador y autor de varios libros, entre ellos Diseñar el desorden junto al sociólogo Richard Sennett.
Al otro lado de la mesa se sentaba Gorka Rodríguez, periodista de formación y miembro de la cooperativa Urbanbat, dedicada a la investigación y a la mediación en procesos de transformación urbana. Una de sus actividades es UrbanbatFest, un festival-laboratorio sobre este tipo de procesos que se celebra en Bilbao desde hace una década.
Una vez finalizada la presentación, Luz Fernández-Valderrama invitó a ambos participantes a que desarrollaran algo más sus proyectos y su relación con las instituciones, así como el concepto de extituciones, aparecido en otros momentos del encuentro.
Pablo Sendra tomó la palabra y detalló su experiencia en North Kensington, un barrio de Londres donde los movimientos ciudadanos y las instituciones informales que se han ido creando a lo largo de los años, han jugado un papel fundamental en diferentes procesos de transformación urbana. “Estas extituciones son las que realmente hacen ciudad, crean esos paisajes excepcionales de los que hablábamos”, declaró.
North Kensington es una zona muy conocida en Londres, allí se instala el mercadillo de Portobello y está ubicada junto a Notting Hill, famosa por su carnaval. Pablo Sendra explicó el origen de este barrio, una zona vinculada con luchas sociales protagonizadas por la comunidad afrocaribeña, que fue precisamente quien impulsó el carnaval, organizado como acto reivindicativo en los años 60.
Fue también en esa década cuando se diseñó la autovía Westway, para cuya construcción se derribaron muchas de las viviendas en las que residía gran parte de esa comunidad afrocaribeña, que reclamó en compensación el uso comunitario de las tierras que quedaban bajo la autopista. Tras años de lucha consiguieron la gestión de esas 9 hectáreas, para lo que se creó una fundación. Con el paso del tiempo -continuó relatando Pablo Sendra- el espacio fue derivando hacia zona comercial y se volvió a reclamar el uso original comunitario de la tierra. Con ese fin algunos de los colectivos activistas implicados lograron transformar desde dentro la fundación y consiguieron financiación del Ayuntamiento de Londres. En ese proceso, Pablo Sendra junto con varias activistas locales, ganó un concurso público de codiseño para transformar el lugar. La clave, insistió Sendra, es trabajar con la comunidad local implicada.
A continuación, Gorka Rodríguez detalló el trabajo que realizan en Urbanbat. Explicó que optaron por la forma jurídica de cooperativa social, porque querían hacer su trabajo de forma horizontal y como entidad sin ánimo de lucro “pero sí de subsistencia”. Nuestro objetivo, insistió, es “transferir hacia el cuidado y la transformación de la ciudad todo lo que podemos aportar”
Al hilo del tema principal de la mesa, Gorka Rodríguez indicó que el trabajo principal de Urbanbat es precisamente la mediación con las instituciones en procesos de transformación urbana. La cooperativa puede considerarse una institución privada que trabaja, por un lado, con la institución pública para intentar transformar sus lógicas y por otro, con el activismo y los movimientos sociales que luchan por esa transformación de la ciudad.
Con esa idea surge también UrbanbatFest. Un encuentro que este año pasa por su décima edición. Gorka Rodríguez explicó que el festival nace con dos objetivos: tratar de comprender los procesos de transformación urbana que se estaban produciendo en Bilbao, “una ciudad históricamente industrial, gris, punk, con un tejido asociativo muy fuerte que estaba desapareciendo”; y un segundo objetivo que es involucrar a la ciudadanía en ese debate sobre la transformación urbana: “la ciudad se estaba transformando de espaldas a una ciudadanía que no entiende lo que pasa”. A partir de ahí nace el festival, “como un espacio de comprensión y análisis sobre el modelo de ciudad que queremos. Un espacio para hablar y producir cultura crítica sobre la transformación urbana”. El festival tiene un carácter lúdico porque “nos gusta la fiesta y nos gusta hacer pedagogía de forma participativa y divertida”. Además, está pensado como un laboratorio, un espacio de investigación colectiva que va diseñando a lo largo de todo el año el programa, dedicado cada edición a un fenómeno urbano contemporáneo.
Urbanfest se organiza como un proceso de creación permanente y de innovación con el objetivo “de generar algo”. Como ejemplo, explicó que en una de las últimas ediciones se elaboraron unos indicadores sociales para medir el impacto de los grandes eventos megalómanos, “más allá del impacto económico que es lo que se suele medir” señaló Rodríguez. El paisaje, la cultura local, o la perspectiva de género fueron algunos de los elementos sobre los que se midieron las consecuencias de estos eventos.
En el proceso de desarrollo y elaboración de cada edición del festival, están representados cuatro agentes fundamentales en la construcción de la ciudad, “la cuádruple hélice” indicó Rodríguez: la administración pública, la academia, la ciudadanía y la iniciativa privada. “Y hay una quinta, en realidad,” afirmó, “el contexto, donde se incluye la especificidad del territorio, el medioambiente y otros elementos que habrá que ir incorporando”. En este punto quiso poner en valor el papel de la mediación “Si las instituciones no escuchan y la ciudadanía cuando se acerca a la institución solo puede reclamar, necesitamos herramientas de mediación, para activar una escucha directa.”
Sobre esta cuestión, Luz Fernández-Valderrama recordó el aprendizaje que han supuesto muchos procesos de transformación social latinoamericanos, donde se ha tenido siempre más en cuenta el contexto. En este sentido, aludió a una tesis doctoral chilena, sobre programas de rehabilitación de barrios. En ese análisis se destaca el papel contradictorio de las instituciones porque “con la trampa de la innovación social están haciendo responsables a los propios barrios de algo de lo que no son”. Frente a esto, Fernández-Valderrama destacó el trabajo que realizan tanto Pablo Sendra como Urbanbat, ya que lo hacen desde la horizontalidad e inventándose los marcos desde los que llevarlos a cabo.
Y al hilo de la misma reflexión hizo referencia a la obra del arquitecto y activista Kike España (El derecho a) inventar la ciudada [i] donde introduce el concepto de agujerear: “establecer fisuras para que se cree algo que todavía no se sabe lo que es”.
En respuesta a esta reflexión, Pablo Sendra advirtió del peligro que puede suponer en determinadas ocasiones que esas extituciones terminen por sustituir al estado del bienestar. Y esto es algo de lo que se aprovecha el propio estado. Aludió a un programa puesto en marcha en Reino Unido por la coalición liberal conservadora en 2010, The Big Society, que utilizando conceptos de la izquierda (participación, coproducción) consistió en la aplicación de políticas de austeridad neoliberales que dejaban desatendida a gran parte de la población. Sendra defiende que el estado de bienestar debe estar basado sobre dos pilares: redes y municipalismo. Redes sociales que serían esas extituciones y unas instituciones municipales abiertas, que aprendan de los movimientos sociales y los apoyen. “Que se genere una colaboración productiva de apoyo.”
En relación con el concepto de 'agujero', Pablo Sendra señaló que la clave es lograr transformar las instituciones desde dentro y eso se consigue a través de determinadas personas o iniciativas. “Aunque”, afirmó “esto genera un debate dentro del activismo, porque con ese objetivo muchos activistas terminan trabajando en la institución.” Las dos opciones, participar dentro o fuera de la institución, son necesarias, finalizó.
Por su parte, Gorka Rodríguez, también planteó su inquietud por la desafección con las instituciones. “Son culpables de allanar el terreno al neoliberalismo, de que tengamos un paisaje urbano herido, han sido las grandes aliadas de la desestructuración y desmantelamiento de los sistemas públicos. Pero me inquieta que se quiera hacer un agujero tan grande para que las instituciones caigan por él.” Continuó recordando que cargarse las instituciones forma parte del discurso neoliberal y que el reto es ser capaces de crear esos agujeros por los que entrar y transformarla, pero no hacerla desaparecer. También reconoció la importancia de contar con aliados dentro de la administración para lograr ese cambio. “Si no está ese funcionario que empiece a hakear el sistema operativo de la administración, es difícil, pero también hay que seguir contaminando desde fuera”. En este sentido recordó extituciones que han logrado que se produzcan cambios reales para la vida de las personas: la PAH o la plataforma de micromezenazgo Goteo. En cuanto a la posibilidad de lograr cambios desde dentro aludió a los programas de laboratorios promovidos por algunas instituciones.
Tras su intervención, Luz Fernández-Valderrama, retomó el concepto de agujero planteado por Kike España, entendido como umbral hacia la ambigüedad, como un reconocimiento absoluto de que necesitamos al otro. Y añadió otra referencia a una conferencia del profesor e investigador de geografía urbana Alfredo Rubio, en 2015 sobre la ciudad de los cuidados [ii]. Aquella ciudad en la que reconocemos que necesitamos al otro. “¿qué es para vosotros ese ámbito de ambigüedad? “les preguntó.
Pablo Sendra respondió en primer lugar señalando lo difícil que es la ambigüedad para las instituciones y el sistema capitalista en general, que quieren todo definido y que la idea de abrir agujeros hacia la ambigüedad se acerca más a la realidad que viven las personas. Los diferentes grupos de activistas afectados por la Westway con los que trabajan, se vieron afectados de forma diferente por la construcción de la autovía, venían de diferentes frentes (el mercadillo de Portobello, un centro de hípica, un centro cultural...) pero todos se unieron, “dando lugar a una relación de cuidados y de preocupación mutua”. Se generó una estructura que se evidenció más fuerte y más eficaz que las administraciones públicas cuando en 2017 se produjo el incendio de la torre Grenfell, -un bloque de viviendas sociales de la zona- por una negligencia del Ayuntamiento. Ante la parálisis de las instituciones (algunas familias han tardado cuatro años en ser realojadas), la comunidad reaccionó rápido. Bajo la autopista ocuparon un espacio y lo convirtieron en un centro de reparación. Al principio fue de almacenaje, pero luego fue un lugar de encuentro, de debate, de música, de baile.
Siguiendo con la cuestión de los cuidados, Gorka Rodríguez relató una iniciativa que llevan a cabo en el barrio de San Francisco de Bilbao. Un espacio pequeño y central de la ciudad que congrega a más de 60 nacionalidades. “Un barrio multicultural que es difícil que se convierta en transcultural”, afirmó Rodríguez, “porque cada una de las culturas está muy atomizada”. El proyecto, llamado munduko-arrozak, se basa en un ingrediente que todas las culturas comparten: el arroz, y a partir de ahí organizan una jornada que culmina con la elaboración de platos de arroz por parte de cada grupo cultural. El día empieza con una manifestación por el barrio, reivindicando derechos sociales, vivienda, etc. y luego se produce una apropiación de la plaza, con actividades culturales, música, baile y por supuesto gastronomía “No tiene una trazabilidad tan potente como nos gustaría, pero se convierte en una fiesta de carácter reivindicativo”. “Son espacios que deberíamos replicar para encontrarnos”, añadió.
La moderadora, Luz Fernández-Valderrama continuó con la idea de fiesta y su relación con la ambigüedad. Citando de nuevo a Alfredo Rubio, señaló que “en la fiesta se pone en cuestión el orden por el que se regula la sociedad por un tiempo limitado, acotado con sus riesgos, ambivalencias y múltiples posibilidades, para ir más allá de la inversión pautada y acordada por el imaginario colectivo”. “Algo que conseguís vosotros en vuestros festivales”, afirmó refiriéndose a Urbanfest.
Gorka Rodríguez respondió indicando que uno de los lemas del festival es desorden y fantasía. “La fiesta genera comunidad, abrirse a lo incierto, experimentación, relación, desorden... A nuestra fiesta está invitada la institución, aunque le cuesta”.
En el turno de intervenciones surgieron dudas sobre el aprendizaje de la propia institución. A este respecto Gorka Rodríguez reconoció que es un camino a largo plazo, pero se van dando algunos pasos y contó como a la hora de elaborar el nuevo plan de transformación del barrio de San Francisco, se ha considerado el documento elaborado al respecto en una de las ediciones del festival. Además, han llamado a Urbanbat como agentes para ofrecer su visión al debate del que saldrá la nueva normativa ambiental y también les interesan sus indicadores para medir el impacto de los grandes eventos de la ciudad.
Por su parte, Pablo Sendra afirmó que algunas políticas muy concretas que se han puesto en marcha en Londres han tenido que ver con reclamaciones de la red de activistas que trabajan en Westway. “Protección de espacios industriales contra la especulación. Reconocimiento de los travelers, que se tenga que votar si van a tirar un barrio”, “Por eso es importante” añadió “la presencia de gente desde el terreno para pasar a la acción y que los proyectos que se promuevan desde las instituciones se abran a la ciudadanía. Ahí es importante que existan estos agujeros de ambigüedad.”
Otra de las intervenciones volvió a poner sobre la mesa la emergencia climática y la duda sobre si hay tiempo para hacer algo o no. A este respecto Gorka Rodríguez reconoció que no hay tiempo pero que no deberíamos ser catastrofistas.
Pablo Sendra aludió a la contradicción de las instituciones que se declaran en emergencia climática pero no llevan a cabo políticas reales que la tengan en cuenta.
Para finalizar Luz Fernández-Valderrama afirmó que tenemos el tiempo, pero es necesario trabajar mucho y citando a Jorge Riechmann señaló: “Somos seres solares y a partir de ahí se cambia una cultura. Hay que intentar lo imposible y eso es una base de la construcción”